jueves, 30 de agosto de 2012

Al sur de Teruel...


Javier en la última parte del Dedo                              Luis en la grieta de los Picayos


Sin duda lo que más me gustó de nuestras últimas puntas fue que ambas  hicieron sentir en nosotros  el despertar del más puro estilo de los pioneros de este deporte y el romanticismo de la escalada clásica, mucho más allá de la persecución del grado como objetivo. El uso de las cuñas de madera que José María Navarro nos preparó esa misma mañana, empotradas en las anchas grietas que rasgaban verticalmente la caliza y donde ninguno de nuestros friends ni empotradores tuvieron cabida, nos trasladó a otros tiempos.  

Subimos al Dedo de las peñas del Quemao en Camarena de la Sierra y a la punta principal de los Picayos de Albentosa. Un día cerca del límite de provincia, al sur de Teruel…
Rapelando al atardecer la estética punta de Albentosa


viernes, 24 de agosto de 2012

En busca del Rodeno...


En esta ocasión ha sido la piedra de rodeno, la peculiar y adherente arenisca silícea de color rojizo que caracteriza toda la Sierra de Albarracín, la que nos ha hecho coger los bártulos de escalar y salir nuevamente al monte a buscar...

Al final del día y una vez más, nuevas y gratas sensaciones en uno de los espacios naturales más espectaculares y, para mí, entrañables de la provincia. Ya de vuelta, recapitulamos cada uno de los intensos momentos vividos y  nos damos cuenta de la suerte de vivir por estas tierras, a tan solo pocos minutos de paraísos naturales como éste. En definitiva, nuevas aventuras escaladoras, esta vez rodeados de vida y bosques de pino a los que tantas tardes de otoño  hemos acudido a recolectar nuestro apreciado y suculento Lactarius Deliciosus, tardes rebolloneras que en el futuro convivirán con el sentimiento de haber alcanzado dos nuevas puntas que compartirán con el resto de las conseguidas nuestra ilusión de subir a las más emblemáticas en todas nuestras Comarcas. El Castillo de Tormón y una salvaje,  inconfundible  e  imponente  punta cerca de la Peña de la Escopeta -a la que hubiésemos denominado por su estética el Cono del Rodeno si no hubiera tenido el socorrido y coincidente nombre de La peña del Castillo-. Ellas han sido hoy nuestros objetivos logrados.

                                             Luis en la placa del Castillo de Tormón


Javier preparándose para acometer el Rodeno de Albarracín

lunes, 20 de agosto de 2012

Escalando en la Hoz Mala...

-“Todo laberinto tiene su salida”- Esto mismo debió decirle Teseo a su padre Egeo, rey de Atenas, cuando intentaba convencerle de que volvería sano, salvo y victorioso de su mítica batalla contra el Minotauro.
El laberinto del rey Minos, donde se introdujo Teseo, era un conjunto de pasillos estrechos bajo el palacio principal de Creta, cuya única salida conducía al centro donde estaba encerrado el monstruo mitológico con cuerpo de hombre y cabeza de toro que se alimentaba de carne humana.
El cañón del Guadalope guarda a través de la Hoz Mala otro gran laberinto de estrechos, caos de bloques, gargantas, grietas, chimeneas y fisuras, por las que intentar buscar un posible camino para avanzar y llegar al objetivo, no siempre fructífero.

Buscábamos como casi siempre la ruta más fácil para llegar a su cumbre. Quizá intentar ganar altura por la chimenea que la separa del acantilado principal pudiera ser la opción más clara. Lo intentamos por la entrada derecha, la primera que aparece a nuestra vista, pero un bloque empotrado de al menos cinco metros nos impide el paso al collado. Destrepamos sobre nuestros mismos pasos y salimos de nuevo al exterior buscando la entrada opuesta. Dándole la vuelta al mallo, encontramos la entrada más baja a la chimenea. Nos introducimos por ese callejón ascendente que continúa hasta un punto superior de un modo más o menos accesible en el que, aunque hay muchas rocas sueltas de por medio, no hay necesidad de utilizar las cuerdas.

Embebidos en el mito de Ariadna, que enamorada ayudó a Teseo con su hilo a salir del laberinto de su padre, el rey Minos, subíamos despacio y con mucha cautela, con cierto temor hacia lo desconocido y en la mente la remota posibilidad de la existencia, también aquí, de otro minotauro. Asombrosamente oímos pasos arriba y nos detuvimos a observar qué seres podían habitar aquellas escarpadas cornisas. Ante nuestro asombro una cabra montés con su cría escalaban peligrosamente hacia arriba hasta la cumbre, un lugar sin salida. Asustados por los ruidos y la caída de piedras y sorprendidos por el hallazgo, nos retiramos a un lado observándolas, pensando que en algún punto, sintiéndose atrapadas, tendríamos un enfrentamiento. Pero la madre vio en nuestro hueco la única oportunidad para escapar. Con una agilidad pasmosa y una velocidad de descenso vertiginosa pasó a nuestro lado dando brincos de varios metros apoyando sus perfectamente adaptadas almohadillas a las lisas rocas que pretendíamos escalar, detrás la seguía su decidido e intrépido choto desafiando a la gravedad. Sin darnos cuenta y con el corazón a ciento ochenta pulsaciones por minuto, debido a la ascensión y al susto, estabamos ya en el collado y la que nos había parecido una escalada harto complicada se tornaba ahora en escasos cuarenta metros hasta la cumbre en una trepada de tercer grado con algún paso de cuarto. No cabíamos de gozo en nosotros mismos, habíamos conseguido llegar al inicio de la ruta a la inaccesible cumbre de Piedra Badada, el peñón solitario de la Tosca. Un enclave magnífico, donde dan ganas de convertirse en un ave rapaz para surcar los cielos de aquel grandioso hundimiento rocoso y llegar en unos segundos de un lado a otro de los acantilados; quedarse a vivir allí para siempre o convertirse en el agua del río madre para saltar de cascada en cascada, en el fragor de las tormentas, todo el desnivel que acumula este paraíso, pero nuestra condición de humanos, vulnerables a estas agrestes condiciones, nos hace volver a la civilización, donde estaremos más seguros, pero también más felices por haber alcanzado una nueva cumbre en las maravillosas entrañas de las sierras turolenses.


jueves, 16 de agosto de 2012

La Nevera de Cirujeda


Croquis y reseñas de las vías de escalada deportiva de la primera concentración de escaladores de las Fiestas de Cirujeda. (14 de agosto de 2012)

miércoles, 15 de agosto de 2012

Valdoria en Albalate y las Piedras Picadas de Aliaga...

La concentración de escaladores celebrada durante las fiestas de Cirujeda fue la escusa perfecta para volver a encontrarnos. Aprovechamos el fin de semana largo para disfrutar de esos días festivos en la localidad además de aventurarnos esta vez en dos singulares puntas.

La primera... Valdoria. Potente, espectacular y desafiante. El escenario, el Parque Cultural del Río Martín cerca de Albalate del Arzobispo. La segunda ya por la tarde -después de nuestro baño en las frescas aguas del pequeño embalse cerca del Rincón del Gorgo-, la disfrutamos en las Piedras Picadas de Aliaga, donde rematamos la faena ya de noche escalando la más puntiaguda.

La recompensa final después del esfuerzo, las fiestas de Cirujeda. Únicas, bien organizadas, mejor gusto, originales, simpáticas, amables, generosas, sorprendentes, en fin, recomendables 100%.  Un modelo de fiesta diferente y alternativo a las  tradicionales fiestas de pueblo. No os las podeis perder el próximo año!!!



















             Chimenea de Valdoria                                                          Cara oeste de las Piedras Picadas