domingo, 9 de marzo de 2014

Glamour en la Agulla del Fus.

El pasado 8 de marzo día de la mujer trabajadora, fuimos a Beceite a bajar dos barrancos en la entrada del cañón de las Gubies del Parrizal cuyas vistas en sus aproximaciones son inigualables.
Tere en el último rápel de Les Palanques
Grotesck saliendo del último rápel volado de Les Peoníes
                                                
Les Palanques y Les Peoníes son de esos torrentes poco conocidos y casi invisibles entre la maraña de crestas y agujas de esta parte del Port, que apenas dejan correr el agua en épocas de lluvias.

           
Me emocionó encontrar a una pareja de escaladores iniciando los rápeles que hace ya dos años recorrimos Javier y yo para aproximarnos a la temible base de la Agulla del Fus.  Era mi gran oportunidad para hacer fotos a esta punta desde fuera con gente escalándola. Así que mi cometido se convirtió, aquella mañana, en hacer de reportero de una cordada ajena a la nuestra más que en descender el barranco con mis compañeros. Fueron ágiles, no mucho más que nosotros pero  al mediodía habían terminado y ya estaban en la cumbre, habida cuenta de que pudieron utilizar los anclajes que nosotros en su día dejamos. Les pedí a voces que se levantasen para hacer una foto típica de las nuestras, con los brazos levantados en señal de victoria, pero no hacían demasiado caso. Estaban afanados en otra tarea para ellos más importante. Izaban una maleta desde la base que con una cuerda iban arrastrando por la pared. Al llegar arriba comenzó el espectáculo. 
Un drone apareció entre sus manos y comenzaron a interpretar un papel de actores especialistas en deporte extremo elevando el dispositivo por el cielo mientras los filmaba en derredor. Al poco rato, y tras haber posado con diferentes perspectivas y horizontes maravillosos e insólitos a sus espaldas, hicieron regresar a sus manos el aparato aéreo no tripulado, maniobra que desde un mando a distancia subidos en inestable equilibrio sobre la puntiaguda cima de esta aguja en la que no caben tus pies apoyados completamente, no debe ser tarea fácil. Una vez capturado el eco reproducía los vítores y gritos de alegría de los escaladores animados por otros espectadores de a pie que observaban desde el abrupto sendero equipado del Pas del Romeret, que evita cruzar las gélidas badinas del estrecho a nado. 



Un sentimiento extraño y ciclotímico de alegría y fastidio se apoderó de mí. A mi autoconcepto de mediocridad se unió la evidencia de la falta de recursos que alimenta mi miseria, lo peor y lo que más envidia me dio es pensar que entre los besos que se daban más tarde en cumbre pudieron llegar a hacer el amor. Aunque no puedo asegurar si hubo coito, aquí os dejo algunas fotos para que juzguéis por vosotros mismos.






La Agulla del Fus recién escalada.
     

1 comentario:

  1. Hubo coito... fijo! Jejeje. Como disfruto leyendote... ya que ya no tengo el privilegio de tenerte. Un abrazo Luis.

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