lunes, 22 de octubre de 2012

Como gladiadores esperando a Los Morrones


Los Morrones de Ladruñán.
Inquietos por no poder alcanzar las cumbres de los seis dientes de los Morrones de Ladruñán nos quedamos todo el día tras los cristales viendo como diluviaba en el tercer fin de semana de octubre. Era necesario que lloviese después de tantos meses de fuerte sequía, estábamos contentos por ello, pero también ansiosos por escalar. La sensación es extraña y genera sentimientos contrapuestos. Imagino que del mismo modo se sentirían los gladiadores romanos aguardando en la galería subterránea del anfiteatro para salir a luchar. Nervios por terminar lo que ya no tiene vuelta atrás por decisión propia a sabiendas de que te juegas la vida en el intento, evocando en la mente como puede ser la gloria de la victoria o por el contrario tu final, transmitiendo en la agonía las últimas voluntades a tu compañero -“Por favor no dejes que esto acabe tras mi deceso, lucha por alcanzar nuestro sueño de vencer siempre. Cuéntales a todos que fuimos muy felices intentándolo y que nos sentimos grandes ganando esplendor y gloria en cada victoria”.
Los Morrones de Ladruñán son unos Mallos-testigo del conglomerado terciario que han quedado erguidos como menhires, tras la denudación de los materiales que los mantenían enterrados desde hace unos 25 millones de años. La erosión ha exhumado sus imponentes esqueletos e impresionan a todo aquel que mantiene su mirada hacia ellos cuando se aparecen tras la curva descendente al salir de la rambla en el camino del Mas de Pardo. Nosotros hemos aceptado el desafío de sus miradas, escalarlos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario