jueves, 1 de enero de 2015

Año nuevo, puntas nuevas...

Demasiadas cosas bonitas grabadas en nuestras retinas para apearnos ya de este nuestro particular viaje por las puntas turolenses...
Hoy, año nuevo de 2015, Javier y Luis nos ponemos otra vez manos a la obra. A partir de hoy nos disponemos a mostraros todas aquellas "otras" maravillas naturales que teníamos guardadas.
Atentos todos a nuestras publicaciones, os sorprenderán!

Aproximación desde Riodeva

La Peña de los Gatos y Agujas en la Cruz de la Matanza
Entre arenas caoliníferas, de aquellas que abundan por Riodeva, famosa por sus minas de sílices y caolines y por la aparición de huesos fosilizados de alguno de los saurópodos más grandes del mundo, se encuentra un mallo testigo en la confluencia de dos ramblas que viene a denominarse desde hace varias generaciones como la Peña de los Gatos. 

Nos encordamos...
Relieves de nuestra particular Utah turolense

Por lo visto una camada de gatos perseguida por otros mamíferos, enemigos suyos, se vio obligada a buscar refugio en la planicie superior de esta roca flanqueada por paredes verticales y lisas por las que solo pueden acceder aquellos a los que el trepar les resulta un medio de locomoción muy habitual. Cuando los perros se hubieron ido aburridos de no poder alcanzar a sus presas, los pobres gatos no encontraban el modo de bajar y comenzaron a maullar en busca de ayuda, pero los diez metros que los separaban del suelo eran lo suficientemente largos como para que nadie los pudiese salvar. Con esa edad tan temprana tampoco el salto les sirvió como opción, pereciendo a los pocos días por inanición en aquella trampa elevada. 

En la pequeña meseta-cumbre de la Peña de los Gatos

Quizá para el Turiasaurus Riodevensis que ha sido hallado en las inmediaciones, con sus casi cuarenta metros de altura, esta piedra hubiese sido un pequeño tropiezo en el camino, pero para nosotros fue un obstáculo lo suficientemente grande como para entretenernos toda una mañana arañando con nuestros pies de gato una arenisca que se deshacía bajo la suela haciéndola resbalar. Si no hubiera sido por las cuerdas también hubiésemos quedado atrapados en la cima. A los cepos siempre fue más fácil entrar que salir.


Algo así debió pasarles a un regimiento durante alguna de las guerras carlistas, según nos comenta un pastor, en la Cruz de la Matanza, aunque en realidad la batalla fue medieval durante la reconquista hacia Valencia y la roca se llama La Porterica del Sastre, una piedra que nos sirvió para terminar esa breve tarde de finales de diciembre bajo las faldas occidentales del cerro San Pablo.

Atardecer en las agujas de Cruz de la Matanza o Porterica del Sastre




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