“La escalada pone a cada uno en sitio” les decía Jesús García a sus alumnos en el curso que organizó, aquí en Villarluengo, tras la apertura de la escuela de escalada del Pitarquejo. Y cierto es, que como pocos deportes de montaña, deja bien al descubierto de lo que es capaz y de lo que no el escalador. Aquí de nada sirve vanagloriarse. Decir que has escalado rutas más dificiles de lo que realmente son, te va a dejar tarde o temprano en evidencia puesto que cuando te toque el turno, tu estilo y el grado de dificultad de la vía te van a dejar anclado en el lugar que te corresponde.
Elegimos el Gurugú, tras el
fracaso del primer intento a Peña Crebada en Ladruñán, una piedra que habíamos
subestimado al estudiarla de lejos. Pero viéndola de cerca intuimos que íbamos
a fracasar por completo si nos metíamos en la cresta aparentemente más fácil. Así
que pensativos e imperceptiblemente felices por haber sabido abandonar
regalándonos una prolongación de tiempo en vida, nos marchamos a Villarluengo a
la impresionante roca que amenaza con volcarse sobre la carretera de subida al pueblo bajo la fuente de la
Canaleta.
El Gurugú es uno de los múltiples
mallos inaccesibles que adornan las laderas del río Pitarque, pero este en
concreto con una escasa dificultad de subida, muy acorde a nuestras
posibilidades. No es que sustituya a nadie, solo es una bonita y disfrutona
punta inaccesible más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario